Cuales son los riesgos?
En las heladas mesetas del Tibet se desarrolló una cultura y
una práctica religiosa producto de la fusión de las culturas chamánicas
preexistentes y la simplicidad del budismo. De allí surgió lo que conocemos
actualmente como budismo tibetano. Una religión rica en imágenes y objetos de
culto, que cautiva y encanta. Quien observa imágenes de Thangka (pinturas y
dibujos del arte budista tibetano) experimenta simultáneamente el éxtasis
místico y el lado más oscuro del inconsciente humano.
En este contexto, los rituales budistas tibetanos se valen
de los cantos guturales, campanas, ruedas de oración, trompetas, etc., para
transportar la conciencia a niveles elevadísimos de vibración.
Durante siglos el secreto mejor guardado fue el de los
instrumentos más simples; tanto, que se confundían con utensilios de cocina...
los cuencos. Pero como todo secreto, en algún momento salió a la luz, y, al
amparo de una transmisión ritual trascendió fronteras, maravillando a quienes
experimentaban el inmenso poder sanador de sus sonidos armónicos.
En los últimos años la difusión del uso de estas
herramientas en las prácticas de sanación ha ido ascendiendo a ritmo
vertiginoso. Muchas personas los utilizan en sus meditaciones diarias,
terapeutas holísticos se valen de ellos para llevar a un estado de armonía a
las personas que asisten, hay una oferta enorme de conciertos armonizadores, e
incluso muchos músicos los utilizan en sus producciones.
Tanto, que a veces se olvida el inmenso poder del sonido que
emanan, y siendo instrumentos tan simples, algunos se ven tentados de creer que
su utilización en manos inexpertas está exenta de riesgos.
Aquí van las aclaraciones: cualquier persona puede tocar un
cuenco tibetano, utilizarlo para enfocar su atención en su centro mientras
medita, o para entrar en estado de meditación. Pero para utilizarlo con otras
personas, debemos ser responsables y conocer los alcances del sonido, de la
resonancia con la vibración de cada persona, debemos tener un entrenamiento
adecuado y una fuerte conexión con la práctica de la sanación. Existen técnicas
simples, fáciles de aprender, seguras, que se pueden utilizar en sesiones de
armonización. Al momento de solicitar asistencia, debemos asegurarnos de ser
atendidos por un operador debidamente entrenado y certificado en estas
técnicas, tanto si es en sesión individual como grupal.
Rosa María Golez